Estados lisonjeros

LA VIDA ES SUEÑO

El montaje de La vida es sueño que acaba de estrenar la Compañía Nacional de Teatro Clásico viene a ser el cierre de un círculo, un fin de ciclo con guiño: cuando Helena Pimenta asumió la dirección de la CNTC en 2012 eligió este mismo título para su debut, con aquella soberbia puesta en escena que tenía a Blanca Portillo devorando el escenario en la piel de Segismundo. Hoy, Pimenta dice adiós para ceder el testigo institucional a Lluís Homar, y el mismo título, de nuevo con versión de Juan Mayorga, sube al escenario.

Hay diferencias notables entre uno y otro, a la par que similitudes, que corroboran que Pimenta es una directora con estilo propio -por si quedaban dudas tras sus años en Ur Teatro, el vestuario aquí recuerda tanto al de su Macbeth– pero capaz de ofrecer dos caras de una misma moneda casi antagónicas. Entre los denominadores comunes, el amor y respeto al sentido del verso: el trabajo de Mayorga es limpio y elegante, uno más para su ya largo currículo en los clásicos. Y la dirección de Pimenta camina en la misma línea, con aire y tiempos medidos para su reparto.

Pero hay quizá más diferencias que similitudes: de entrada, está el tamaño de la apuesta. Si aquella producción de 2012 era un “plato fuerte” de la temporada programado en la sala principal y con el morbo de ver a “la Portillo” en un papel reservado tradicionalmente a actores, esta vez Pimenta pone su batuta al frente de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, esa deliciosa cantera alumbrada por Eduardo Vasco -quien además firma aquí el espacio sonoro- durante su etapa como director de la institución y tutelada con sabiduría en su adolescencia por su sucesora, Pimenta. Además, esta Vida es sueño es un montaje esencialista, pequeño, juguetón, que aprovecha cada recodo de la sala Tirso de Molina, el menor de los espacios del Teatro de la Comedia, y se permite canciones con aires cabareteros.

Esta Vida es sueño es un montaje esencialista, pequeño, juguetón, que aprovecha cada recodo de la sala Tirso de Molina, el menor de los espacios del Teatro de la Comedia

Recuerdo que aquel montaje de 2012 me pareció brillante, recuerdo a una Portillo que podía con lo que le echaran y recuerdo el buen hacer en general del reparto. La memoria es traicionera y más cuando se cuela mucho teatro entre medias. Quienes escriben de cine o de libros pueden volver a ver o releer. Quienes escribimos de teatro lo tenemos más difícil. Sí, hay grabaciones, pero nunca está todo disponible, aunque es verdad que cada vez son más y mejores (en el CDT, por ejemplo). Aun así, no es lo mismo.

Aclaro lo anterior porque mis palabras de 2012 ensalzaban el papel cómico del Clarín de David Lorente y el servilismo bien marcado del Clotaldo de Fernando Sansegundo. Pero no tengo memoria real de ello. Se me antoja este nuevo montaje más lúdico y divertido, con un Clarín picaresco y con algo de clown de Mariano Estudillo, y un Clotaldo rotundo, sereno y muy señorial a cargo de José Luis Verguizas. Los diálogos y el juego amoroso entre Estrella (Alba Recondo) y Astolfo (Fernando Trujillo) revelan a otros dos estupendos intérpretes.

El Segismundo de Alejandro Pau es poderoso, no se le nota la juventud. La Rosaura de Irene Serrano está impregnada de muchos matices interesante

Es notable el trabajo también de Alejandro Pau e Irene Serrano. El Segismundo del primero es poderoso, no se le nota la juventud. La Rosaura de Serrano está impregnada de muchos matices interesantes y tiene una dicción clara y bella. Aunque, en general, esto último viene siendo la norma en la Joven CNTC, donde un montaje puede gustar más o menos, pero sale uno siempre con la sensación de que nuestros clásicos están en buenas manos.

El círculo se cierra pues para Pimenta y la CNTC, y la memoria de aquel gran montaje de La vida es sueño de hace siete años puede empañar a este otro, menor y más modesto, haciendo pensar que el espectador, como Segismundo, en otros estados más lisonjeros se viera. Pero sería una pena y una suerte de injusticia.


Autor: Pedro Calderón de la Barca. Versión: Juan Mayorga. Directora: Helena Pimenta. Intérpretes: Íñigo Álvarez de Lara, Mariano Estudillo, Anna Maruny, Alejandro Pau, Aisa Pérez, Pau Quero, Alba Recondo, Víctor Sáinz, Irene Serrano, Fernando Trujillo, Juan de Vera, José Luis Verguizas. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Espacio escénico, vestuario y selección de fondos: Mónica Teijeiro. Espacio sonoro: Eduardo Vasco. Teatro de la Comedia (Sala Tirso de Molina). Madrid.

Estrellas Volodia

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