Felipe, Catalina y la nostalgia

HOY: EL DIARIO DE ADÁN Y EVA, DE MARK TWAIN

Suena la canción del Cola-Cao. Un anuncio de pastillas Okal. Coñac Soberano. Estamos en 1966, una vez más. Asistimos al serial radiofónico Las noches de Felipe y Catalina, con sus carismáticas voces al frente, el galán con un incipiente problemilla de alopecia, la primera actriz con misterio y sensualidad, y el secreto que, años después, él se resistirá a airear con señorío –no como ocurriría hoy– sobre si hubo o no algo entre ellos… A muchos lectores todo esto les traerá hemosos recuerdos. Hace más de una década, Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza triunfaron dos veces, primero en Argentina y luego en España, con Hoy: El diario de Adán y Eva, de Mark Twain, obra con la que estuvieron años en cartel. Aquel montaje era una sabia mezcla de humor, nostalgia, ternura y derroche actoral. Ver a Solá era un espectáculo en sí mismo. El texto, que escribieron con Manuel González Gil, quien lo dirigió, alternaba dos escenarios: el estudio de radio en el que, en 1966, Felipe y Catalina leen, en su último programa, El diario de Adán y Eva de Mark Twain, y otro estudio radiofónico, cuatro décadas después, en el que la hija de la actriz, convertida en locutora, entrevista al ya anciano actor sobre aquellos días.

Solá ha vuelto a hacer un montaje bello y tierno, básicamente porque ya lo era el anterior, que ha calcado sin despeinarse. A los nostálgicos les gustará. Los que busquen novedades tendrán que esperar

Solá ha recuperado ahora aquel bello montaje, esta vez convertido en director, en otro ejercicio de nostalgia y, probablemente, de legítima búsqueda de un tercer “adanazo” comercial. Al fin y al cabo, hay una generación que no vio aquella obra y otra a la que probablemente no le importará volver a verla si está bien hecha, aunque sea con otros actores. Y lo está: Fernando Guillén Cuervo se asoma con perfeccionismo metronómico a los tempos de Solá, a su recreación del homínido Adán de la narración de Mark Twain y a su composición del cascarrabias pero adorable Felipe en su vejez. Ana Milán le da réplica, como hizo Oteyza, con sensualidad, calma y bella entonación.

Ambos hacen suyos a los personajes –en el primate de Guillén Cuervo me pareció ver una inteligente y sutil caricatura política– sin salirse en cualquier caso de los parámetros fijados. Algo que se podría aplicar a dirección, iluminación, sonido, escenografía… Es decir, que Solá ha vuelto a hacer un montaje bello y tierno, básicamente porque ya lo era el anterior, que ha calcado sin despeinarse. A los nostálgicos les gustará. Los que busquen novedades tendrán que esperar.


Autores: Miguel Ángel Solá, Blanca Oteyza y Manuel González Gil. Dirección: Miguel Ángel Solá.  Intérpretes: Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo.  Teatro Bellas Artes. Madrid.

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Febrero 2015).

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