Velázquez, con luces y sombras

LA PUTA ENAMORADA

Diego Velázquez, grande entre los grandes, tuvo una vida cortesana. Quizá hasta aburrida. Pero el buen teatro sabe rascar. Y si hace falta inventar y jugar a los encuentros posibles, nada está prohibido. Chema Cardeña escribió –y estrenó– en 1998 La puta enamorada, un texto en prosa ágil y amena, con escritura accesible, pero respetuoso con el habla del Siglo de Oro, que imagina un encuentro en las afueras de la corte madrileña entre el pintor de cámara, ya famoso y acaso amante de la reina, y María Calderón, “La Calderona”, célebre cómica y querida de Felipe IV. Los prejuicios del pintor, que no considera digna de su arte a una ramera señalada por todos a la que está obligado a retratar, se cruzarán con una trama cortesana y chocarán con el vivo carácter de una mujer libre y tozuda que se resiste a humillarse ante nadie. Y en ese choque nacerá la atracción entre ambos. Velázquez es aún joven, pero se ha vendido para pintar enanos y reyes. En su vida ya no hay luz. Así al menos lo presenta la obra. “La Calderona”, desde el fango, le trae un soplo de libertad, aunque la trama hará de su amor un drama en sí mismo con sorprendente final.

Divertido a rabiar, tremendo y entregado en un trabajo gestual y verbal repleto de matices, Javier Collado cuaja una interpretación de premio

En esta historia juega un papel clave un tercer personaje, Lucio, cómico y compañero de fatigas de La Calderona, rufián tragicómico que recoge la tradición del criado gracioso áureo y la acerca a la del pícaro. Hay que destacarlo por la composición que de él hace un enorme Javier Collado. Divertido a rabiar, tremendo y entregado en un trabajo gestual y verbal repleto de matices, Collado cuaja una interpretación de premio.

Este nuevo montaje, que dirige con rigor Jesús Castejón, tiene una hermosa puesta en escena que recrea el estudio del pintor con lienzos, caballetes y bastidores. Allí sucede todo, excepto las entradas y salidas de personajes y su vinculación a lo que acontece en la calle, resuelto con juegos de ruptura de la cuarta pared. Y es que Cardeña nos habla de una corte sumida en el miedo, en la que el rey es el poder, pero también lo es la Inquisición, que persigue brujas e infieles, un lugar en el que las denuncias falsas podían acabar con alguien, fuese quien fuese. Eva Marciel da vida con intensidad a “La Calderona”, y Federico Aguado hace de su Velázquez un hombre seguro y con aplomo. Ambos están bien por separado, pero deben coordinar más el trabajo corporal conjunto cuando entre ambos saltan (deberían, al menos) chispas?


Texto: Chema Cardeña. Dirección: Jesús Castejón. Espacio escénico: Curt Allen Wilmer. Iluminación: Juanjo Llorens. Vestuario: El Matrimonio Secreto. Música: Luis Delgado. Reparto:  Eva Marciel, Javier Collado, Federico Aguado. Teatro Fernán Gómez. Enero 2015.

Crítica publicada originalmente en La Razón y recogida en Notas desde la Fila Siete (Enero 2015)

Estrellas Volodia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *