Chéjov aquí y ahora

LOS HIJOS SE HAN DORMIDO

Si en el teatro de Anton Chéjov nada ocurre y todo ocurre, dependiendo de en qué estrato se quede la observación, y si se acepta que al profundizar estamos probablemente ante el gran autor de la vida cotidiana con sus cotidianas decepciones, deseos, amores y esperanzas, la conclusión lógica es que los textos del autor ruso parecen escritos para una puesta en escena de Daniel Veronese. Tras abordar Las tres hermanas y El Tío Vania, el director argentino ha hecho suya La gaviota en Los hijos se han dormido, una celebración de la comprensión emocional gracias a una de las bazas que domina: lograr un naturalismo despreocupado.

Para ello, pule las aristas decimonónicas para que su Gaviota se ajuste a los parámetros de una fluidez contemporánea, corta y añade escenas y diálogos –bucea en Hamlet en esta historia campestre de actrices y dramaturgos enamorados y atormentados– y roba la respiración con su forma de solapar los diálogos, cuajados de miradas y gestos al margen, como anotaciones en la carne de sus actores.

El mérito de Veronese, demostrado con repartos españoles –la brillante ‘Mujeres soñaron caballos’–, es lograr que el reparto asimile ese código. Y lo hace, porque hay madera

Su mérito, demostrado anteriormente con repartos españoles –la brillante Mujeres soñaron caballos, su potente ¿Quién teme a Virginia Woolf?–, es lograr que el reparto asimile ese código. Y lo hace, porque hay madera: Susi Sánchez es una enorme Arkadina, potente y dominadora, Malena Alterio una deliciosa Mascha, la eterna desdeñada, en uno de sus mejores papeles, y otro tanto le pasa a Malena Gutiérrez como Polina. Todo rabia es el intenso Kostya de Pablo Rivero, y una sombra, el pusilánime y divertido Ilia de Alfonso Lara. Bien por su parte Diego Martín, Aníbal Soto y Miguel Rellán, y le va perfecto el papel del intenso y deseado Trigorin a Ginés García Millán, que cuadra al literato.

Pero merece la pena detenerse en Marina Salas, una joven actriz que crea una Nina rebelde, alegre y entusiasta, una “gaviota” viva y de hoy en día cargada de dulzura que, con tiempo y trabajo, promete.


Autor: Daniel Veronese, a partir de La gaviota, de Anton Chéjov. Dirección:  Daniel Veronese. Escenografía:  A. Negrín. Iluminación:  S. Blutrach. Reparto:  Malena Alterio, Diego Martín, Miguel Rellán, Pablo Rivero Marina Salas, M. Gutiérrez, Aníbal Soto, Alfonso Lara, Susi Sánchez, Ginés García Millán. Naves del Español-Matadero. Madrid.
 

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Febrero 2008).

Estrellas Volodia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *