Un Chéjov africano y ortodoxo

TÍO VANIA

En 1897, Anton Chéjov escribió la primera de sus cuatro grandes obras, El Tío Vania. Aquellos años de vida burguesa que Chéjov plasmó en sus «escenas de la vida en el campo», como subtituló su drama, encuentran otra lectura insólita e insospechadamente ajustada a los conflictos de sus personajes en las «escenas de la vida en la sabana» que retrató Karen Blixen, bajo el seudónimo de Isak Dinesen, en su obra africana. Podría casi hablarse de juego de espejos: la baronesa bien podría ser el doctor Astrov del Tío Vania, al que da vida Francesc Orella -redondo en su interpretación, como de costumbre- en esta nueva producción que ha estrenado el Centro Dramático Nacional.

El autor de la versión, Rodolf Sirera, y el director, Carles Alfaro, trasladan la granja rusa a una plantación africana. Y el combate de tedios compartidos, amores imposibles y existencias malgastadas encaja. Bravo pues por la idea. El segundo mérito de esta hermosa propuesta, con una escenografía tan bucólica y realista como impactante, es la sabia elección del reparto y la altura que éste alcanza.

Sirera y Alfaro trasladan la granja rusa a una plantación africana. Y el combate de tedios compartidos, amores imposibles y existencias malgastadas encaja

Es obligado destacar a otro inmenso actor, Enric Benavent, y su Vania tan humano como la suma de sus pasiones. La parte femenina brilla igualmente: Emma Suárez consigue una lánguida Elena, epicentro del deseo de la casa y toda hermosura vacua de una «belle époque» frívola. Malena Alterio es Sonia, la soltera consciente de su fealdad, a la que dota de humor y un sutil encanto.

Les acompañan con soltura el resto del elenco, especialmente Emilio Gavira (un divertido y tierno Comino) y Sonsoles Benedicto (su veterana Ama está repleta de bondad). A este más que correcto montaje, bello y fiel al espíritu chejoviano, sólo cabe hacerle dos objeciones: la primera, el excesivo afán en la ambientación: cansa tanto sirviente negro y los diálogos en swahili. Esto es teatro, no Memorias de África. La segunda, más importante, que a pesar de su belleza, este ortodoxo «Tío Vania» aporta poca innovación a la historia del CDN. Deslumbra, sí, pero no sorprende.


Autor: Anton Chéjov. Versión: Rodolf Sirera. Dirección: Carles Alfaro. Reparto: Francesc Orella, Enric Benavent, Emma Suárez, Malena Alterio, Víctor Valverde, Sonsoles Benedicto, María Asquerino, Emilio Gavira. Teatro María Guerrero. Madrid. 
 

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Febrero 2008).

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