AMAERU
Rosa, soltera y marcada por la soledad y el paso de los años, como aquella Doña Rosita lorquiana, ve cómo se le escapa la juventud. Pero, al contrario que la de García Lorca, el personaje que presenta Carolina Román en Amaeru es tremendamente divertido y entrañable. En realidad, solo es Rosa una de ellas, ya que también hay en este montaje una Mercedes, una Lucinda y una ‘Tía Piba’, en un juego de capas que se superponen con el que Román construye una dramaturgia clara y sentimental, un viaje emocionante al corazón de seres tan cotidianos como comprensibles. Una historia tierna y dura en la que reímos sin parar con la naturaleza imperfecta de sus protagonistas. Continuar leyendo “Alta costura emocional”