Lo que pensaban las mujeres

ME TRATASTE CON OLVIDO (CLÁSICAS EN REBELDÍA)

Decir Siglo de Oro es pensar, de forma inmediata, en Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Quevedo o Góngora por citar sólo algunos grandes nombres. Pero aquel periodo incomparable de nuestras letras alumbró también a escritoras de enorme talento. Algunas han logrado romper la barrera del silencio secular y hoy son estudiadas y leídas de forma habitual, como Sor Juana Inés de la Cruz o María de Zayas. Más allá del campo erudito o académico, en cambio, la obra de la mayoría espera aún ser descubierta por el público. Me trataste con olvido, el hermoso espectáculo que el periodista y crítico teatral Raúl Losánez y la directora escénica Ana Contreras acaban de estrenar en el Festival Clásicos en Alcalá, reúne y da voz a quince autoras áureas, mujeres cuyos versos aún hoy conmueven por su vigencia su y belleza, desde Leonor de la Cueva y Silva o Ana Caro de Mallén hasta Violante do Ceo, Florencia del Pinar o Hipólita de Narváez.

En todos los poemas seleccionados para este recital teatralizado encontramos un denominador común: un penar de las autoras, en su mayoría por su condición y el lugar que les toca habitar en su sociedad, traducido en desamores y desaires. Y, más aún, todo ello volcado en reafirmación y ansias de libertad, una rebeldía frente a lo impuesto. Un conjunto protofeminista de sentimientos allí donde el concepto aún no existía.

En todos los poemas seleccionados encontramos un denominador común: un penar de las autoras, en su mayoría por su condición y el lugar que les toca habitar en su sociedad

¡Mal hayan de mis finezas / tan descubiertas verdades! / Y ¡mal haya quien llamó / a las mujeres mudables!, sanciona María de Zayas (1590-1647). Hay en su pluma una fuerza, una voluntad de inconformismo que sorprende. En una época en que a la mujer le estaba dado molestar lo menos posible, algunas levantaban su voz, aunque fuera sobre el papel y aunque ese papel apenas trascendiera. No fue el caso de Zayas, popular y muy leída en vida, a lo largo del siglo XVII y hasta que la Inquisición decidió prohibir su lectura en el XIX, hoy de nuevo recuperada y reconocida. El cuidado trabajo de selección de Raúl Losánez alumbra y da forma de cuerpo teatral a los versos no sólo de las autoras más conocidas o las antes mencionadas, sino de mujeres como Isabel de Vega, Sor Ana Juana de Jesús, Juana de Arteaga, Catalina Clara Ramírez de Guzmán, Luisa de Carvajal y Mendoza, Luisa Sigea o Marcia Belisarda, seudónimo bajo el que escribió Sor María de Santa Isabel.

"Me trataste con olvido" | Raúl Losánez, Ana Contreras | Festivla Clásicos en Alcalá 2023

Bellas líneas de unas y otras, aunque vengo a quedarme con algunas de Sor Juana Inés de la Cruz y, de nuevo, de María de Zayas que nos ilustran hoy, cuatro siglos después, sobre cómo pensaban y veían el mundo las mujeres de aquella España. De la primera, un soneto que viene a resumir una mirada muy moderna, la de la mujer que trata de que su sexo no se convierta en el eje de su existencia: ¿En perseguirme, mundo, qué interesas? /  ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento / poner bellezas en mi entendimiento / y no mi entendimiento en las bellezas? De la segunda, un sentimiento que viene a resumir el de todas las autoras en su forma de relacionarse con el amor, y que no por casualidad da título al montaje: Solicitaste mi amor, / cuando de su favor / eras, ingrato, admitido, / me trataste con olvido, /propio pago de traidor.

Vengo a quedarme con algunas líneas de Sor Juana Inés de la Cruz y de María de Zayas que nos ilustran hoy, cuatro siglos después, sobre cómo pensaban y veían el mundo las mujeres de aquella España

Me trataste con olvido regresa al territorio del anterior espectáculo de Losánez y Contreras, Esta divina prisión, un trabajo de tan bellas hechuras como éste pero dedicado a la poesía mística, sin contar otro título dedicado a Bécquer, Vano fantasma de niebla y luz, estrenado pero aún por llegar a Madrid.  Repiten aquí fórmula: una escenificación elaborada que da nuevo significado y profundidad dramatúrgica a la idea de un recital. Mantienen una constante: un piano en directo que hace de columna vertebral de la función, con clase y sensibilidad.

Pero hay cambios sustanciales entre uno y otro espectáculo: allí donde en Esta divina prisión dos actrices y un actor recitaban y se repartían los versos en una tranquila complicidad, aquí son dos actrices las que soportan el peso del montaje, acompañadas, eso sí, por la presencia y movimientos de un bailarín de danza contemporánea. La idea funciona con naturalidad y añade una dimensión poética, la corporal, a los movimientos de las actrices en escena, acompañadas de ese hombre silente, con todo el sentido del mundo en una función en la que es la mujer la protagonista. Hay además unas proyecciones de impecable estética  creadas por Violeta Némec que dan profundidad y acompañan como poesía visual a la palabra y la música.

Losánez y Contreras saben rodearse de talento: en este espectáculo son María Besant y Natalia Millán, dos actrices de limpio decir y muchos recursos, quienes defienden cada verso con pasión e inteligencia

Losánez y Contreras saben rodearse de talento, y si en el anterior montaje contaron con Jesús Noguero, Eva Rufo y Lola Casamayor, en este espectáculo son María Besant y Natalia Millán, dos actrices de limpio decir y muchos recursos, quienes defienden cada verso con pasión e inteligencia. María Besant ofrece momentos hermosos en cada recreación: todo verso nos habla de una mujer que amó y sufrió, y cada uno tiene su entonación y su registro.  Otro tanto puede decirse de una fabulosa Natalia Millán, que demuestra una vez más por qué es una actriz de larga y variada trayectoria. No sólo actúa y dice el verso con inteligencia, poder y encanto, sino que cuando toca cantar, recuerda que es una gran artista curtida en el musical. Moderado y de maneras suaves, Ricardo Santana aporta un movimiento escénico pleno de estética y sentido y en ningún momento se apodera en exceso del montaje.

La teatralidad de este recital, más allá del trabajo de sus protagonistas, crece con el piano de Ana García Urcola, delicado y siempre en su lugar, y el viaje a través de los textos, aunque no volcado en el aspecto didáctico -cada cual deberá investigar a la salida del teatro si quiere profundizar en los poemas o las circunstancias de las autora, cuyos nombres no se mencionan en escena, pero sí en el programa de mano-, se convierte en una experiencia única. Parafraseando a María de Zayas, en sus célebres versos Amar el día, aborrecer el día, / llamar la noche y despreciarla luego, podríamos afirmar: Si aquesto no es teatro, no sé qué sea.


Autoras: María de Zayas, Sor María de Santa Isabel, Leonor de Cueva y Silva, Catalina Clara Ramírez de Guzmán, Ana Caro Mallén, Violante do Ceo, Luisa de Carvajal y Mendoza, Florencia del Pinar, Sor Juana Inés de la Cruz, Hipólita de Narváez, Isabel de Vega, Juana de Arteaga, Sor Ana de Jesús, Luisa Sigea y Sor María de San José. Selección de textos y versión: Raúl Losánez. Dirección escénica: Ana Contreras. Intérpretes: Natalia Millán, María Besant, Ricardo Santana y Ana García Urcola (piano). Música: Miguel Huertas. Coreografía: Ricardo Santana. Iluminación: Ana Contreras. Visuales: Violeta Némec. Vestuario: Lara Contreras.Corral de Comedias. Festival Iberoamericano del Siglo de Oro Clásicos en Alcalá. Alcalá de Henares (Madrid).

Fotos: Pablo Lorente

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