El gran drama americano

Amparo Baró y Carmen Machi protagonizan un duelo inolvidable: serían lo más destacable si la obra no fuera, toda ella, enorme. Cuando acaban las cortísimas casi cuatro horas de Agosto (Condado de Osage), se tiene la sensación de que Oklahoma es toda Norteamérica y los Weston el retrato de un pueblo incapaz de escapar a su sino.

Sanzol, el selenita

La risa y la sonrisa, medidas hábilmente, son inevitables ante este bonito retrato español con policías secretas que atracan bancos, “navarricas” ofuscadas y artesanos a los que Franco deja deudas al morir. Un universo entrañable, como lo era el de Delicadas, que sería imposible sin la labor de un sexteto de actores sobresaliente.

Tiernas batallitas de la abuela

Tierno y divertido homenaje a nuestras madres, tías o abuelas, aquellas mujeres que vivieron la Guerra Civil, este viaje fragmentado en breverías –marca ya de la casa– escritas y dirigidas por Alfredo Sanzol, mantiene el nivel elevado de su anterior dramaturgia, aunque el tono busque otros territorios.

Experimento extraviado

El montaje del Centro Dramático Nacional tiene más de estanque que de río: Gerardo Vera construye uno de sus trabajos más hermosos en lo estético, pero tanto su dirección como, sobre todo, la versión de Juan Mayorga se diluyen en los problemas de alcoba del protagonista.

Chéjov decreciente

Se trata de un bello montaje del Centro Dramático Nacional, aunque la concepción escénica de Gerardo Vera, apoyada en lo estético –la austera escenografía, como el vestuario, remiten a su Rey Lear–, es vigorosa al comienzo y flaquea en paralelo al texto, según se satura de tragedia.

Café del bueno

Alfredo Sanzol, autor y director de este puñado de historias entrelazadas con alma de micropoesía y de sana subversión, ha “robado” ideas de internet para hacerlas materia teatral que resulta a ratos muy divertida y, en otros, deliberadamente melancólica.

El territorio de Mayorga

José Luis Gómez es lector atento antes que director: sus perros son aquí soldadesca, sus protagonistas, Odín, John-John y Enmanuel, bípedos con alma sin por ello dejar de recordar a canes en todo momento.