Don Juan, ese perdedor

EL BURLADOR DE SEVILLA. O EL CONVIDADO DE PIEDRA

Revisada mil y una veces, la figura de Don Juan viaja del desdén hacia el peligro en Tirso de Molina -ese repetido «¡qué largo me lo fiáis» con el que se mofa del castigo que le espera a la muerte por sus fechorías de alcoba y de sangre- al romanticismo redento de Zorrilla. Lo que uno no había visto aún es un Don Juan desmitificado hasta la cojera. ¿Quién da más? Dudo que Gregorio Marañón, autor de un conocido estudio sobre la figura del conquistador, estuviera de acuerdo con la interpretación que de nuestro mito hace el director norteamericano Dan Jemmett: a Don Juan se le puede despreciar -era el caso de Marañón-, considerarle una malformación del hombre maduro, pero no dudar de su poderío.

Convertido casi en caricatura de sí mismo por Jemmett (las escenas de sexo resultan ridículas), este Don Juan, al que, a pesar de todo, da vida Antonio Gil con gracia y poderío, parece menos ruin que miserable

Convertido casi en caricatura de sí mismo por Jemmett (las escenas de sexo resultan ridículas), este Don Juan (al que, a pesar de todo, da vida Antonio Gil con gracia y poderío, acompañado por el fiel criado Catalinón, un divertido Lino Ferreira) parece menos ruin que miserable. El resto de “genialidades de director” no yerran tanto. Sabe jugar con pocos actores y muchos personajes, y el montaje tiene aciertos estéticos, como es convertir el escenario en un antro bohemio de entreguerras.

Bombines y corbatas le sirven así para contemporaneizar un texto de los grandes. Y, en general, está bien dicho (muy acertado, por ejemplo, resulta Luis Moreno en sus diferentes papeles), aunque en ocasiones sea difícil compartir la elección rítmica de Jemmett. Así, por más que Marta Poveda destaque como actriz de registros interesantes, la lentitud rompe toda la fuerza del monólogo de Tisbea tras ser ultrajada por Don Juan. Grita la pescadora «Fuego, fuego…», pero Jemmett poco puede hacer por ella: tiene su propio problema: ¿ser moderno o parecerlo?


Autor: Tirso de Molina. Versión: Dan Jemmett. Director: Dan Jemmett. Escenografía: Dick Bird. Iluminación: Dominique Borrini. Vestuario: Dick Bird. Intérpretes: Ester Bellver, Lino Ferreira, Antonio Gil, David Luque, Luis Moreno, Marta Poveda. Teatro de La Abadía. Madrid.

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Marzo 2008).

Estrellas Volodia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *