30 monedas

Le tomo prestado el título al gran Álex de la Iglesia. No porque su nueva serie me ponga, que me está dejando frío desde el primer capítulo -tendré que darle otra oportunidad-, sino por la cosa de Judas y el vil estipendio del beso. Por poco venden algunos a su amigo y otros por menos a su madre. Y algunos, por treinta cucas -quien dice eso dice cuatro años más de figurar en Wikipedia o de volar en Falcon-, a su país. Ya sabrá el lector que Roma no paga traidores, y nada debe esperar el votante “progresista” de Junts, Junqueras, Puchi y la mare que els va parir.

Estos van a lo suyo, que no es lo nuestro, tengámoslo claro. Y en ese nuestro entran todos los colores, edades y tamaños, porque la fiesta la vamos a pagar usted y yo. En otros países no menos democráticos -sopas con honda podrían darnos- partidos como Junts no estarían ni permitidos en el Congreso. Aquí, más que garantistas, somos primos. Más que demócratas, gaznápiros. Mientras el votante “progresista” apoya la amnistía -mal menor dentro de los males mayores-, le colarán, y esto es lo grave y peligroso, un nuevo camino al referéndum, esta vez “legal”. Lo meterán de rondón y con algún neologismo de ingeniería léxica en el articulado de la Ley para complacer a una gente que nada quiere con ni para España. Y a ver quién le tose a la constitucionalidad del invento, que eso está ya también atado y bien atado. Hace años nos habríamos hecho cruces contra tal mercadeo. Hoy el votante “progresista” aplaude y traga, no vaya a ser que llegue la derecha, que es mucho peor y traerá de vuelta a Franco. Toca madera, ahí están los signos del Día de la Bestia. Ya veo a Feijóo con sotana colgado del anuncio de Schweppes y a Abascal, enfundado en Bomber y Martens, proyectando una sombra con cuernos. Y Ayuso enredando, a lo Josemari, con la recortada.

Roma no paga traidores, y nada debe esperar el votante “progresista” de Junts, Junqueras, Puchi y la mare que els va parir

La Ley de Amnistía, que Sánchez negocia tras negarla repetidas veces -¡qué poco se respeta que un político cambie de opinión por el bien de España!- son 30 monedas de plata corruptas e indignas. Quien no lo vea ahora quizá se dé cuenta dentro de diez años, aunque a lo peor será ya tarde, con nuestro imperfecto pero envidiable país convertido, como profetizó Albert Boadella, en la Federación Iberik, o peor, troceado en varias republiquetas irrelevantes en el cada vez más complejo escenario internacional. No que ahora pintemos mucho, pero aún podemos sentarnos en las mesas de Europa sin demasiado choteo y nos dan algún canapé.

Lo de Sánchez es el beso de Judas a su país. Y lo peor es que no le van a dar ni 30 monedas: le sacarán lo que quieran. La amnistía, los trenes, la deuda y el Bernabéu si hace falta. La genuflexión como deporte nacional del Delta del Ebro para abajo. Espero que esto no acabe al alba con una soga, porque alguien tendrá que responder ante la historia.