Podían prometer… y cumplieron

TRANSICIÓN

Si nuestra Transición política fue posible gracias a buenas dosis de consenso, otro ejercicio de responsabilidad, ésta artística y entendida como generosidad y capacidad para el trabajo en común, ha llevado a buen puerto su homónima teatral, Transición, que es a la vez una reflexión sobre aquel periodo y un homenaje, que no hagiografía, a la figura de Adolfo Suárez.

Esta coproducción del Centro Dramático Nacional y de tres compañías con solera suficiente por separado, Meridional, Teatro del Temple y L’Om Imprebís, logra esenciar lo mejor de cada una de ellas en un montaje en el que hay frescura, poesía, una dramaturgia en la que ficción, realidad, presente y pasado se entretejen como una telaraña, nostalgia y reconstrucción a través de canciones y grabaciones de la época, y estupendas interpretaciones, entre las que sobresale el enorme trabajo de Antonio Valero, en quien, pese a no imitar a Suárez, es imposible no reconocer al ex presidente. Así, la obra es una ficción cómplice en la que el sesgo ideológico ha sido sustituido por comprensión y admiración por aquellos hombres, desde el Rey hasta Santiago Carrillo y Felipe González, que ayudaron a cambiar España.

Pero, sobre todo, hay en escena un espíritu lúdico, casi “joglaresco”. Es un montaje tan profundo como divertido –¡humor en el CDN!– al que sólo cabe achacar algo de embrollo en su dramaturgia, encomiable labor de chinos, por otro lado, de Julio Salvatierra y Alfonso Plou.


Autor: Alfonso Plou, Julio Salvatierra. Dirección: Carlos Martín, Santiago Sánchez. Reparto: Elvira Cuadrupani, José Luis Esteban, Balbino Lacosta, Álvaro Lavín, Carlos Lorenzo, Eva Martín, Antonio Valero, Eugenio Villota. Teatro María Guerrero. Madrid.

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Marzo 2013).

Estrellas Volodia

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