Lágrimas por la lluvia

Lo sé, lo sé: el título de la columna y el del artículo de hoy son confundentes. Pero tenía que ser éste. Lágrimas por la lluvia que no llega. Lágrimas porque se nos seca España, mientras maldice el labrador, como en El Dios Ibero, mira que es difícil escribir mejor que Machado.

            Lágrimas del campo, que son sus gentes y quienes viven, como pueden y les dejan, del cereal, la huerta, el olivar, el viñedo. No los pijos que legislan desde el vegano de moda de Malasaña y lo más solos que han estado en la naturaleza ha sido haciendo crossfit. Lágrimas porque a nadie le importa un cojón de pato que los pantanos estén, un año más, en mínimos, mientras debatimos sobre la carne roja y las multas que nos caerán por arrearle un escobazo a un maldito roedor. Aquí seguimos riéndonos de Paquito Pantanos y vamos a la cabeza de Europa en derribar presas, que seguro que habrá una razón, pero me la expliquen porque no entiendo nada. Lágrimas porque España va a estar on fire, no como Alcaraz, qué animal, sino como cada verano, cuando se abre la veda del cerillazo para recalificar. Tiempo al tiempo. Ahora miramos a otro lado y luego, como advertía el tocapelotas entrópico de Parque jurásico, vendrán los gritos y las carreras.

Lágrimas porque España va a estar on fire, no como Alcaraz, qué animal, sino como cada verano, cuando se abre la veda del cerillazo

No se salvan ni izquierdas ni derechas. Veinte siglos, como cantaba Sabina a Paulita, llevamos siendo un país mojama, más seco que una madre superiora. Ni Felipe ni Rajoy aprovecharon sus mayorías absolutas para coger por los cuernos al toro de la contumaz sequía -qué caudillista suena esto-, convirtiéndonos a todos, año tras año, en ese bombero torero tamaño Tyrion Lannister que espera al morlaco a puerta gayola, y ya sabemos cómo acaba, malamente. Tiempo han tenido para inventar algo. Lo que sea, más plantas de desalinización, más reutilización, que lo de la agüita amarilla lo sabían ya los Toreros Muertos, no es tan difícil, yo qué sé, minimizar las pérdidas y la evaporación… Me he metido en un berenjenal, soy consciente, porque de esto hay que saber. Pero, digo, quizá ayudaría cerrar algún chiringuito de los que sí están bien regados y dedicar ese parné a gente lista para solucionar lo del agua. Yo prefiero un Macallan, pero mal no vendría.

Lágrimas del Ebro, que me contaba mi abuelo cómo vio allí ahogarse a un capitán a caballo que se empeñó en cruzarlo y si seguimos así lo saltará la chavalada haciendo parkour. Lágrimas del Manzanares, reducido a parodia de arroyo, que no son ya lágrimas de los atléticos sino de los meloneros. Perdón por la ligereza, si me pongo serio mandaba a más de uno a currar a los plásticos de Almería. Lágrimas por la lluvia, que son de Almanzor, inútiles y débiles, porque no podemos esperar a que el cielo nos solucione los problemas. Que también, pero no basta.