¡Ratas y gusanos!

MATILDA

Hay algo hermoso en Matilda, un mensaje tan obvio como necesario: Matilda Wormwood, una niña superdotada y enamorada de la lectura, procede de una familia de zoquetes. Un padre vendedor de coches con serrín y tupé en la cabeza que solo piensa en sus chanchullos, una madre sepultada bajo kilos de laca y carmín y con no menos serrín en la mollera abducida por sus clases de salsa, y un cero a la izquierda como hermano al que el melón sobre los hombros no le da ni para serrín. La lectura les produce urticaria. Cada vez que los horteras Mr. y Mrs. Wormwood dicen que Matilda es un bicho raro, están retratándose a ellos mismos y a toda una parte de la sociedad, esa que no abre un libro ni por imperativo judicial.

Del mismo modo, cada vez que Trunchbull, la directora “bulldog” del colegio al que llega Matilda, un ser grotesco que detesta a los niños, llama a sus pupilos ratas, bacterias o gusanos, está poniendo un espejo frente a la mezquindad de muchos adultos. Al final, parafraseando a Chicho Ibáñez Serrador, ¿quién puede odiar a un niño? Es imposible no querer a Matilda, y así lo han entendido millones de lectores de la novela de Roald Dahl durante generaciones.

La reina de la noche es Trunchbull, ciclónica en el pellejo de Daniel Orgaz. Suyas son las ovaciones y las carcajadas. Suyo el humor más incorrecto y genial

Ellos, los Wormwood, los Trunchbull, son las verdaderas ratas y gusanos. Son excesivos, maniqueos, malvados de opereta. Es un cuento infantil, no lo olvidemos. Eso los convierte, en este montaje, en unos gusanos y ratas francamente divertidos… “¡Mardito roedoreh!” (esto les dirá algo si peinan ya canas). Uno de los mejores momentos del musical llega en el descanso, cuando Mr. Wormwood se dirige al público infantil para animarle a no leer. Escuchar al joven pero ya muy respetable abuchearle es impagable. El personaje al que da vida Nacho Núñez es tan patético que arranca risas. Es también muy divertido el baile descerebrado que se marca Mrs. Wormwood (una estupenda Pepa Lucas) con su profesor de salsa, toda una declaración de principios (o de falta de ellos).

Aunque la reina de la noche es otra. Y no hablamos de Matilda, sino de Trunchbull, ciclónica en el pellejo de Daniel Orgaz. Suyas son las ovaciones y las carcajadas. Suyo el humor más incorrecto y genial: ¡niños lanzados por los aires como martillos de competición y críos encerrados en jaulas bajo la mesa! Los relatos de Dahl están a menudo impregnados de una crueldad descorazonadora, tan alejada de los finales felices hollywoodienses o de los corazones bondadosos de Disney. Recuerden el sino del protagonista de Las Brujas, o al nieto “envenenador” de La maravillosa medicina de Jorge.

Es una gran producción en su conjunto. Un musical de calidad innegable con una historia divertida y un reparto entregado que David Serrano dirige con solvencia e inteligencia

Si alguien me pidiera que nombrara a los escritores de literatura infantil que marcaron mis primeras lecturas, diría sin dudar Michael Ende y Roald Dahl. Es curioso: este otoño han aterrizado en Madrid tres musicales inspirados en las obras del alemán y el británico, La historia interminable, del primero, y Charlie y la fábrica de chocolate y Matilda, del segundo. Las buenas historias no pasan de moda. Momo y James y el melocotón gigante son prueba de ello. Sin embargo, reconozco que Matilda se me había escapado, como lectura y como película.

Así que asistí “virgen” a ver en Madrid este musical que venía avalado por la crítica y los premios desde Londres y Nueva York, y por el sello de la Royal Shakespeare Company, que ha creado la producción. Lo cual, por aquello de las expectativas, era peligroso.

Sin duda es un montaje muy recomendable para ver en familia. Entre sus defectos, le falta una banda sonora realmente memorable -la partitura de Tim Minchin tiene un par de canciones estupendas, pero otras son puro relleno- y la dirección de actores debe medir mejor el volumen y controlar el histrionismo: la frontera entre un personaje bufo y uno absurdo es fina. En cualquier caso, es una gran producción en su conjunto. Un musical de calidad innegable con una historia divertida y un reparto entregado que David Serrano dirige con la solvencia e inteligencia, las de quien ya conoce muy bien el teatro comercial de gran calado. Si eres mayor, el mejor número para quien firma, con los columpios volando casi sobre el patio de butacas, queda como un momento para el recuerdo, tanto en lo musical como en lo escénico.

Desde que el espectador se sienta, la ambiciosa escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda -que nos introduce de lleno en un universo de estanterías, bibliotecas y librerías, con enormes volúmenes por todo el escenario y conquistando los primeros palcos- deja claro que no va a ver un musical más de la cartelera, sino un competidor serio a los premios, incluido el más importante, el del boca a oreja.

Y, si el musical entra por los ojos con facilidad, el resto acompaña: un ritmo trepidante, y coreografías y elenco a tono, con lo difícil que es dirigir a un reparto con tantos menores. Chapeau por los chavales, todos, que hacen suya la historia como si hubieran nacido para esto. La Matilda de Rocío Zarraute es pizpireta, divertida y natural. Como con el resto de los papeles, hablo de los actores de la función que vi: hay alternantes para casi cada personaje del musical. Creo que no es descabellado suponer que el resto de chicas que hacen de Matilda estarán a la misma altura. 

He divagado un poco en esta crítica: es difícil escribir de un musical para toda la familia y ponerse serio. Corre el firmante el riesgo de pasarse de crítico, o sea, de cargante. Y a la vez, el riesgo de no llegar, o sea de que esto sea una crónica ligera. Espero haber afinado. En cualquier caso, por si hasta ahora no quedó claro, resumo: búsquense una buena excusa (hijos, sobrinos, alumnos, hermanos…) y vaya a ver Matilda, ese estupendo musical infantil.


Libreto: Dennis Kelly. Música y letras: Tim Minchin. Adaptación y dirección: David Serrano. Director musical: Gabi Goldman. Director musical elenco infantil: Enric García. Coreografías: Toni Espinosa. Iluminación: Juan Gómez Cornejo, Carlos Torrijos. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Antonio Belart. Caracterización: Chema Noci. Sonido: Gastón Briski. Intérpretes: Julia Awad / Daniela Berezo / Valentina Cachimbo / Laura Centella / Julieta Cruz / Otilia M. Domínguez / Rocío Zarraute (Matilda); Oriol Burés / Daniel Orgaz (Trunchbull); Héctor Carballo / Nacho Núñez (Mr. Wormwood); Mary Capel / Pepa Lucas (Mrs. Wormwood); Pepa Lucas / Natalie Pinot (Mrs. Phelps). Intérpretes (resto niños): reparto completo en web de Matilda. Nuevo Teatro Alcalá. Madrid.

Estrellas Volodia

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