BABEL
En español, hasta que la corrección política venga a impedírnoslo, decimos que algo nos suena a chino cuando no entendemos lo que significa. En inglés, dicen que les suena a griego, pero tienen otra expresión, “hablando en lenguas”, para definir ese campo de agramante que a veces se produce entre las personas cuando emisor, canal y receptor no sintonizan. Ése, Speaking in Tongues, es el título original de Babel, un laberinto emocional sobre la incapacidad de varios personajes para amarse y decirse lo que quieren decirse.
Al menos, ésa es la premisa. Porque a este drama del australiano Andrew Bovell, como a sus personajes, le pesa su incapacidad para hacer llegar su mensaje. Conocemos a dos parejas de infidelidades cruzadas en sendos hoteles con maridos y mujeres que buscan lo que acaso habrían encontrado en sus hogares de haberse molestado en sentarse a hablar. Hasta aquí, bien.
“Babel” es un laberinto emocional sobre la incapacidad de varios personajes para amarse y decirse lo que quieren decirse
Pero el autor juega al más difícil todavía al hacer aparecer nuevos personajes: una psiquiatra insegura, una paciente que deja cadáveres amorosos, un pobre diablo enamoradizo… Bovell empieza entonces a generar ruido narrativo, como la niebla de las emisiones televisivas, y aunque las piezas encajan con precisión, el mensaje se pierde. ¿Qué quiere contarnos?
La complejidad estructural se traduce en esta puesta en escena de Tamzin Townsend en un arranque que riza el rizo: una conversación con parejas de actores diciendo a la vez frases similares. El experimento es tan original como contraproducente, pues obliga al reparto a concentrarse en la coordinación. Todos mejoran al liberarse de este rígido corsé. Y hay talento: Pilar Castro, Pedro Casablanc y Jorge Bosch componen personajes creíbles y trabajados. Aunque brilla entre ellos una Aitana Sánchez-Gijón entonadísima, repleta de matices y precisión. La propia Townsend retoma su solvencia con una dirección moderna y ágil según avanza el montaje.
Autor: Andrew Bovell. Dirección: Tamzin Townsend. Escenografía: Eduardo Moreno. Reparto: Aitana Sánchez-Gijón, Pilar Castro, Pedro Casablanc, Jorge Bosch. Teatro Marquina. Madrid.
Foto: Javier Naval
Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Septiembre 2012).