TERCER CUERPO
Hace casi tres lustros, un joven director argentino llamado Claudio Tolcachir sorprendió a los espectadores españoles con un montaje diferente, original, inquietante y rabiosamente divertido sin ser una comedia convencional: La omisión de la familia Coleman. Aquel universo de personajes atrapados en conversaciones banales y miserias cotidianas que poco a poco iba construyendo un sentido, encarnados por los sobresalientes actores de la compañía bonaerense de Tolcachir, Timbre 4, encandiló a crítica y público en el Teatro Pradillo, y fue recuperado y seguido después en el Teatro Español por otros dos títulos que, junto a La omisión, conformaron una trilogía memorable: Tercer cuerpo y El viento en un violín. El propio Tolcachir ha vuelto ahora en Madrid al segundo de los montajes en una nueva producción, esta vez con un reparto prácticamente español.
Este nuevo Tercer cuerpo mantiene la frescura de la producción argentina, siendo fiel a su premisa, diálogos y fondo: un retrato de una sociedad sumida en la desesperación, a través de la historia de tres parias, un trío de trabajadores de una oficina a la que su propia empresa parece haber abandonado, olvidados en su inutilidad, pues los tiempos han cambiado y los emails han sustituido a las cartas en papel, que eran su principal ocupación. Sandra, Héctor y Mónica, casi funcionarios, personajes beckettianos y prescindibles, se diluyen vitalmente en sus propias brumas: un matrimonio roto y una maternidad imposible, una dependencia materno-filial enfermiza y un secreto inconfesable, la pobreza que acecha… Todo al final son metáforas de un país que en aquel momento se enfrentaba al corralito. Y que acaso hoy sirvan para retratar a otro país, España, que no acaba de salir de una crisis y se enfrenta a otra. Aclaradas las referencias al email (entonces incipiente, hoy ya asumido por todos) que chirrían un poco, el resto sirve perfectamente a una lectura actual.
Un retrato de una sociedad sumida en la desesperación, a través de la historia de tres parias, un trío de trabajadores de una oficina a la que su propia empresa parece haber abandonado
Esta nueva producción es una digna comedia amarga, como era la anterior, un momntaje que, entendido dentro de eso que tan descertadamente solemos catalogar como “teatro comercial”, se eleva por encima de la media. Tolcachir ha revisado la comicidad de su propio texto -quizá desde la propia elección de actores, sin duda desde los ritmos- y esta producción tiene algo menos de la miseria que impregnaba a aquel otro montaje y algo más de tempo televisivo. Contribuyen a ello dos rostros muy populares como son Natalia Verbeke y Carmen Ruiz, estupendas ambas en los papeles de Sandra y Mónica. Hay caras nuevas en este tercer bloque (“cuerpo”) de la empresa de Tolcachir y funcionan con soltura, adecuados a la forma de entender el texto, interrumpido y fragmentado, de un autor difícil de encajar en las etiquetas habituales. Estupendo Carlos Blanco como Héctor, el veterano del equipo que soprenderá a todos. Y junto al trío de la oficina, bien igualmente Nuria Herrero y Gerardo Otero como Sofía y Manuel, una pareja en crisis con la que Tolcachir juega en escena, mezclando planos, y cuya historia acabará cruzándose con la del trío de oficinistas.
Hay caras nuevas en este tercer bloque (“cuerpo”) de la empresa de Tolcachir y funcionan con soltura, adecuados a la forma de entender el texto, interrumpido y fragmentado, de un autor no convencional
La nostalgia es inevitable. Aquel Tercer cuerpo me gustó más que este: su tiempo y su amargura me resultaron más impactantes, más sorprendentes y cautivadores. Este nuevo montaje explota algo de más las respuestas cáusticas de personajes como Mónica o la catarsis final, derivada en comedia de situación. Aún así, Tolcachir vuelve a lograr un montaje de una hermosa y divertida tristeza, si es que esto tiene algún sentido para quien lea estas líneas.
Texto: Claudio Tolcachir. Dirección: Claudio Tolcachir. Intérpretes: Natalia Verbeke, Carmen Ruiz, Carlos Blanco, Nuria Herrero, Gerardo Otero. Escenografía y vestuario: Almudena Batista. Diseño espacial: Claudio Tolcachir. Iluminación: Ion Aníbal López. Teatro Infanta Isabel. Madrid.
Foto: Elena C. Graíño