NOCHE DE REYES
A los escépticos, a los que les molesta la atención que se dedica a los grandes nombres del teatro cuando actúan en España -los Peter Brook, Robert Lepage etc.- les recomiendo no perderse esta Noche de reyes en ruso que nos ha regalado la “franquicia” que el director británico Declan Donnellan tiene de su compañía, Cheek by Jowl, en Moscú.
Teatro esencial, puro, divertido, verdadero, ingenioso… se agotan los adjetivos. No, Donnellan no es un “bluff” mediático. Es un director como una catedral que crea movimiento y espacios con su reparto, se inventa un escenario de la nada y construye con buen gusto una función imaginativa, alegre y moderna.
Con una estética que recuerda a los alegres años 20 y poco más que unas telas y una mesa, humor y música, la excelente compañía da una lección de interpretación
Los actores -y lo siento, señora ministra de Igualdad, aquí no cabe añadir “y actrices”- de su compañía rusa interpretan todos los papeles de la comedia de Shakespeare, un divertido enredo de amores cruzados en la corte de Iliria, en el que Viola, enamorada del Duque Orsino, se disfraza de muchacho para conquistarle, mientras éste pretende a la condesa Olivia, y una pléyade de inolvidables personajes juegan otras bazas en la trama: el bufón Febe o el noble gorrón Sir Toby son auténticos hallazgos dentro de uno de los textos más logrados del inmortal inglés.
Con una estética que recuerda a los alegres años 20 y poco más que unas telas y una mesa, humor y música, la excelente compañía da una lección de interpretación. Las dos horas y media en ruso se hacen cortas y uno casi acaba por olvidarse de los sobretítulos. Sólo cabe decir: “¡Spasiba!”. ¡Gracias!
Texto: William Shakespeare. Dirección: Declan Donnellan. Escenografía: Nick Ormerod. Iluminación: Judith Greenwood. Música: Vladimir Pankov y Alexander Gusev. Intérpretes: Alexander Arsentiev, Sergei Demidov, Alexei Dadonov, Igor Yasulovich, Dmitri Shcherbina, Ilia Ilyn, Alexander Feklistov, Igor Teplov, Alexei Koryakov. Teatro María Guerrero. 2-VII-2008.
Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Julio 2008).