Pongamos que una capa. Pongamos que unas mallas ajustadas y unos botines. Pongamos que unos orígenes inverosímiles, por ejemplo, las montañas de la siempre “neutral” Suiza. Pongamos que un nombre rimbombante, El Verificador (The Verificator sería en su original de, yo qué sé, DC Comics). Pongamos todo eso y tenemos al superhéroe de todo a un euro que se ha inventado Pedro Sánchez para salvar al país antes conocido como España de la amenaza de la Derecha. Un personaje que es un concepto, como El Campo de Violín creado por Neil Gaiman, un ser del Reino de los Sueños que era en realidad un lugar.
El verificador encarna la humillación de una nación soberana ante las mentiras de una minoría que sólo aspira -no lo ocultan, de hecho siguen amenazando- a la ansiada independencia. Que España ceda a esa exigencia es reconocer de facto cierta igualdad a Cataluña, convertir lo que no debería pasar del terreno judicial -sí, esta gente se saltó la Ley, lo de “judicializar” la política es otro invento con el que el PSOE va tragando- y elevar a la esfera internacional un conflicto inexistente justo cuando los lazos amarillos iban perdiendo color y acumulando polvo.
Lo del verificador, que es un mediador de toda la vida pero en la Neo-Lengua del Gran Hermano Sánchez, esa herramienta léxica para retorcer la realidad, es el penúltimo truco de prestidigitador del presidente con menos principios pero con más cintura política de nuestra corta historia democrática. Y más corta que va a ser a este ritmo.
El verificador suena a El Castigador, un tipo chungo de tebeo con un calaverón en la camiseta que se toma la justicia por su mano, o a El Pacificador, que es otro antihéroe de viñetas con un casco ridículo y una gran habilidad para poner la bala donde pone el ojo. La diferencia es que el “suizo” no es un sujeto en mallas sino una institución, el Centro Henri Dunant, según los medios (ay, la transparencia). Me da que pondrá la bala donde señale Puigdemont: el victipendentismo se vende muy bien fuera de España, a nuestros Gobiernos les queda mucho trabajo por hacer. A los que vengan, claro, porque Mr. Handsome se ha entregado a lo que pida Junts como groupy ansiosa en la suite de Bad Bunny o de Leo DiCaprio.
A estas horas, el prófugo del maletero dibuja una imagen en el tablero internacional, que convierte a España en un país bananero
The Verificator, con sus botines y sus mallas metafóricas, está hoy en Ginebra, escuchando a ambas partes como en esos programas de divorcios de la tele. A estas horas, se dibuja una imagen en el tablero internacional, en la que el prófugo del maletero -lo de Waterloo tiene una épica que el tipo no merece, más en estos días que andamos a vueltas con Napoléon por la peli de Ridley Scott– convierte a España en un país bananero a los ojos de Europa. Tiene guasa, él que quiso levantar una republiqueta con urnas de cartón. Que alguien verifique eso. Pero no en Ginebra o en Bruselas. Bastaría con que abrieran los ojos en Cataluña.