México lindo y querido

LUZIA

Regresa a Madrid el Cirque du Soleil, sinónimo de espectáculo, belleza y una forma de entender el mundo circense en el que no hay cabida para las puestas en escena descuidadas. Todo en el Cirque está pensado, trabajado y milimetrado, desde la música a los trajes, desde la parte técnica a la coherencia del leit motiv por el que cada espectáculo apuesta. Luzia, su nueva maravilla -lo digo desde ya, este es uno de sus mejores espectáculos de los ultimos años- repite viaje a México, donde el Cirque ya ambientó alguna escena de Kooza. Una inmersión total en un México diferente y cautivador de la mano de un genio de los escenarios llamado Daniele Finzi Pasca.Luzia es un viaje al carácter, el paisaje, el folclore y la naturaleza del país mesoamericano evitando los tópicos. ¿Cómo se hace eso? Fácil: olvídense de las calaveras, la Katrinas y los mariachis. Luzia es un bellísimo poema en el que ese tabernero sabio que es Finzi Pasca sabe servir litros de poesía con una puesta en escena que viaja de los desiertos a las junglas y los cenotes. Un espectáculo que nunca olvida que gran parte de la magia del circo es el teatro que lo envuelve.

Luzia es un bellísimo poema en el que ese tabernero sabio que es Daniele Finzi Pasca sabe servir litros de poesía con una puesta en escena que viaja de los desiertos a las junglas y los cenotes

No sorprenderá a quienes piensen que uno de los mejores momentos del Cirque sigue siendo Corteo, aquel homenaje de Finzi Pasca a Fellini y el más mediterráneo de los espectáculos de la compañía internacional. El director suizo firma en Luzia otro montaje con ambientación de época. ¡Qué hermoso ver un número de acrobacias mientras, al fondo, sucede una escena de taberna en torno a un piano que se remonta a la revolución! Siempre en el Cirque hay un número de payasos que, junto a la música, hila el espectáculo, y una apuesta por las músicas originales, que en ocasiones han rozado lo empalagoso. Aquí, en cambio, la voz de Majo Cornejo acompaña a las músicas de Simon Carpentier, que indagan en el folclore con sensibilidad y acierto, mientras la historia de un viajero perdido entre cactus, armadillos, manantiales y serpientes nos lleva de un número a otro con el buen hacer del clown Eric Koller, que se mete al respetable en el bolsillo en más de un momento.

Sin ser el más espectacular de sus montajes -el propio Corteo tenía más aparataje, por no hablar de propuestas como Zarkana-, Luzia no anda corto y deslumbra con su apuesta estética. Sabe además exprimirle el jugo a lo que presenta: columnas verticales de agua en las que la compañía dibuja figuras hechas con la propia secuencia de caída del líquido o sobre las que proyecta luces, enormes cortinajes de papel que encierran el centro de la pista central, campos de flores y una gran cinta móvil en el escenario son algunos trucos y momentos felices de un espectáculo por el que se pasean jaguares y aves. Una apuesta con una gran coherencia estética y una enorme teatralidad.

No deja de ser impresionante el contorsionismo de Aleksei Goloborodko, que parece imposible, los malabares a siete bolos de Cyril Pytlak, o los juegos con un balón de fútbol de Abou Traoré y Emmi Bjorn

En lo circense, el Cirque no defrauda: en Luzia hay varios números muy llamativos. Algunos, de gran simpleza y clásicos, funcionan en su conexión con el público, que los celebra con entusiasmo: no deja de ser impresionante el contorsionismo de Aleksei Goloborodko, que parece imposible, los malabares a siete bolos de Cyril Pytlak, en un número de impactante fondo musical, los juegos con un balón de fútbol de Abou Traoré y Emmi Bjorn, la precisión de Jérome Sordillon en las correas áreas y de  Enya White en el trapecio, o los equilibrios sobre bastones de Sascha Bachmann. Esto va en gustos: yo disfrute en particular con las acrobacias de Kelly Macdonald, a quien los forzudos Gregor Ross, Anton Glazkov y Tomasz Wilkosz levantan y lanzan por los aires como si fuera un juguete.

Podría pensarse que a Luzia le falta un gran número espectacular (una rueda de la muerte o un número de trapecio volante, lo más similar sería el mástil chino), pero lo compensa de sobra con la belleza que todo el espectáculo emana. Una visión de otro México, más lindo y más querido que el del turista habitual. 


Autoría: Cirque du Soleil. Música original: Simon Carpentier. Dirección: Daniele Finzi Pasca. Director musical: Gabi Goldman. Escenografía: Eugenio Caballero. Coreografía: Debra Brown. Iluminación: Martin Labreque. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Giovanna Buzzi. Voces: Majo Cornejo, Sofía Montaño. Sonido: Jaques Boucher. Caracterización: Maryse Gosselin. Intérpretes: E. Koller (payaso); O. Aepli (actriz); M. Cornejo (cantante); G. Ballester Franzoni, E. Cyr (manipuladores objetos); S. Bachmann (equilibrio sobre bastones); A. Traoré, E. Bjorn (baile de fútbol); E. White, S. Togni, L. Toran Jenner (rueda cyr y trapecio); S. Beauregard, L. Boutin, M. Bruyère-L’Abbé, M. Diggs, Y. Li, H. Merten, T. Robinson Jr., N. Smyles (salto aro sobre cintas de correr); N. Zimmerman, K. McDonald, A. Glazkov, T. Wilkosz, G. Ross (acróbatas); V. Calado (pole dance), M. Paulenka (columpio 360); J. Sordillon (correas aéreas); C. Pytlak (malabares); A. Goloborodko (contorsión).  Carpa Puerta del Ángel. Madrid.

Estrellas Volodia

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