Amor más poderoso que la muerte

NISE, LA TRAGEDIA DE INÉS DE CASTRO

Regresa a La Abadía este montaje de Ana Zamora, que se estrenó en 2019. No pude verlo entonces, pero lo he recuperado ahora, apenas dos meses después de haber escrito sobre Numancia, traspiés en la carrera de aciertos de la directora y su compañía, Nao d’amores. Zamora recupera en Nise, la tragedia de Inés de Castro la mejor versión de lo que su nave teatral sabe hacer: hermosas recuperaciones del patrimonio teatral ibérico, con viajes al medievo, el Renacimiento y el Barroco. En esta ocasión, la Nao se embarca en la aventura de narrar un hecho que para nuestros vecinos portugueses forma parte de su historia más querida y emblemática. Y Zamora nos lo cuenta con una sabiduría escénica que enamora y engancha al espectador en una suerte de viaje en el tiempo.Entre incienso y campanadas, la compañía se adentra en el siglo XIV. En Coímbra, la dama del título y su amante, el infante Don Pedro, vivieron un amor de película. La relación, sin embargo, no tuvo la bendición del padre del infante, Alfonso IV. Mal asesorado por intrigantes palaciegos, el rey consintió en que se diera muerte a Doña Inés. Dos caballeros la apuñalaron en la Quinta das Lágrimas en 1355.

Un crimen de estado que la obra reduce a la sangre y linaje -la baja cuna de ella-, pero que estuvo motivada en realidad por la  reticencia frente a la influencia castellana que el matrimonio habría traído. Don Pedro, al llegar al trono, vengó con saña a su esposa -al parecer, se habían casado en secreto- dando tormento a los caballeros implicados. Para honrar a su gran amor y madre de dos hijos, la proclamó reina en una ceremonia póstuma que es ya parte del acervo legendario de Portugal y que esta obra hace suya.

Un castellano antiguo, ritual, renacentista, que Zamora respeta y ofrece al espectador de hoy para, como suele ocurrir, darnos cuenta de que no estamos tan lejos

La tragedia tenía los mimbres para ser parte de la tradición literaria. Casona la plasmó en 1955 en Corona de amor y muerte, y tres siglos antes Vélez de Guevara en Reinar después de morir (1640), estrenada por la CNTC hace dos años, con una bella y ambiciosa puesta en escena de Ignacio García. Antes incluso la habían cantado Camoens y Antonio Ferreira, y Jerónimo Bermúdez (o Gerónimo en su grafía antigua) había compuesto un díptico, Nise lastimosa y Nise laureada, que es el que Zamora ha adaptado en esta ocasión. Publicadas en 1577, fueron escritas por Bermúdez, soldado, fraile, teólogo y poeta gallego que hoy está considerado padre de las tragedias en castellano. Un castellano antiguo, ritual, renacentista, que Zamora respeta y ofrece al espectador de hoy para, como suele ocurrir, darnos cuenta de que no estamos tan lejos, de que aquellos textos y decires de entonces, cuando se sabe hacer, hoy nos son propios y mantienen su interés y emoción.

Para ello, Zamora se sirve de teatro de gesto y palabra, danza y canto… Tablas creativas que viajan al títere y abren el suelo para que asomen estanques de agua y azulejos portugueses. Para ello, también, claro, hace falta un reparto. Natalia Huarte, Doña Inés dulce y doliente, sabe de clásicos y llena el escenario. La acompañan con talento sólidos actores como José Luis Alcobendas, en la piel del duro rey, que se lava las manos en el horrible crimen, Alejandro Saá y Marcos Toro, como los buitres de la corte que traman el asesinato, y Eduardo Mayo, príncipe enamorado y con rabia que ofrecer en escena. Todos dicen bien el verso, claro y comprensible pese a los arcaísmos fonéticos: esta vez, al contrario de lo que sucedía en Numancia, el acierto del montaje elimina toda barrera entre el espectador y el texto.

Zamora se sirve de teatro de gesto y palabra, danza y canto… Tablas creativas que viajan al títere y abren el suelo para que asomen estanques de agua y azulejos portugueses

No falta el preciosismo musical característico de Nao d’amores, con la batuta de Alicia Lázaro que recupera música sacra y cancioneros en el dúo de chelo y clave que acompaña a la acción, con Alba Fresno e Isabel Zamora, además de en la voz de un contratenor, José Hernández Pastor, que abraza con cantos melancólicos la triste historia contada. Todo unido logra la sensación de asomarnos a una ventana a otra época. Que todo es juego, en el mejor de los sentidos, no deja de recordárnoslo la escenografía, un teatro en maderas de Ricardo Vergne, que remite a coros y cortes. De una sobriedad regia en este sentido, el montaje reconcilia con los mejores momentos de una compañía que hace lo que ninguna otra.


Dramaturgia: Ana Zamora, a partir de Nise lastimosa y Nise laureada, de Jerónimo Bermúdez. Dirección: Ana Zamora. Dirección musical: Alicia Lázaro. Escenografía: Ricardo Vergne. Vestuario: Deborah Macías (AAPEE). Iluminacion: Miguel Ángel Camacho. Coreografía: Javier García Ávila. Asesor de máscaras: Fabio Mangolini. Asesor de texto: Vicente Fuentes. Asesor de títeres: David Faraco. Intérpretes: José Luis Alcobendas, Alba Fresno, José Hernández Pastor, Natalia Huarte, Eduardo Mayo, Alejandro Saá, Marcos Toro
Isabel Zamora…. Teatro de La Abadía. Madrid.

Estrellas Volodia

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