Oro parece, plata no es

KINGDOM

El Rey Kong, ya saben, King Kong, ruge en una enorme pantalla en todas sus versiones imaginables. No, Kingdom, el nuevo espectáculo de Agrupación Sr. Serrano, no va de cinefilia, aunque pueda parecerlo. Ni de denuncia contra la industria del plátano. Aunque pueda parecerlo. Tampoco es un acertado retrato del protocapitalismo del siglo XIX. Aunque pueda parecerlo. Digamos que esta gamberrada salvaje, tremendamente divertida y de profundas lecturas, es un juguete con mensaje que se toma tantas licencias creativas e históricas que al final tiene tanto que ver con Lehman Trilogy como con Mammon. O sea, que merece la pena no perdérselo, pero es recomendable no tomárselo demasiado en serio.

Para quien no viera en su momento las dos referencias anteriores, digamos que Kingdom es un montaje divertidísimo en el que conviven la denuncia del diablo con cuernos que es el nacimiento del imperio Americano y el desfase más lisérgico y generacional. O sea, lo que hacían, respectivamente, el montaje de Peris Mencheta sobre la historia de Lehman Brothers y la desternillante locura ambientada en Las Vegas de Nao Albet y Marcel Borràs.

Además de eso, Kingdom es una propuesta técnicamente impecable, como lo son todas las de la compañía catalana. Agrupación Sr. Serrano combina con maestría el teatro de objetos y el teatro documental con lo musical y lo actoral. Sus escenarios son salas de juego en las que enormes maquetas desafían al orden (que todo funcione como un reloj es un alarde) plagadas de miniaturas, juguetes, dioramas, fotografías, planos, revistas y cachivaches de coleccionista

‘Kingdom’ es una propuesta técnicamente impecable, como lo son todas las de la compañía catalana. Agrupación Sr. Serrano combina con maestría el teatro de objetos y el teatro documental

Todo un universo peterpanesco con el que la compañía despliega el mejor teatro audiovisual, acompañando sus narraciones con coreografías, música en vivo -brillantes aquí la partitura y los ambientes sonoros creados por Nico Roig- y efectos especiales diversos.

En este caso, nos transportan con mucho humor a las junglas de Costa Rica, entre lluvias intensas tropicales y nieblas a ras de suelo. Y allí comienzan a contarnos la historia de la United Fruit Company, de cómo el visionario Minor Cooper Keith inundó el planeta con una fruta antes desconocida en la mayor parte del globo, el plátano, y de cómo, apoyado en la la musa paradisiaca, nació el capitalismo actual.

Sr. Serrano nos transportan con mucho humor a las junglas de Costa Rica, entre lluvias intensas tropicales y nieblas a ras de suelo. Y allí comienzan a contarnos la historia de la United Fruit Company

Aunque todo es verdad en su raíz, el tono deja claro desde el comienzo que estamos ante un falso documental, una gran broma en la que la historia es lo de menos. En este sentido, Birdie, que abordaba la crisis de la inmigración africana en la frontera de Melilla, o A House in Asia, que buceaba en la historia de la captura de Bin Laden, aunque poseedores de un sentido del humor propio y valioso, eran montajes que aspiraban a ser tomados en serio.

Por si quedaba alguna duda, Sr. Serrano desvía la historia a la mitad para vincularla al mito de King Kong.  El capitalismo, el cine, la industria bananera, el consumismo… Todo está conectado en esta fake documedia. El argumento puede parecer embarullado. Y lo es. No creo que ni siquiera Àlex Serrano, Pau Palacios y Ferran Dordal, creadores de esta estupenda locura, pudieran explicarla con claridad.

‘Birdie’, que abordaba la crisis de la inmigración africana, o ‘A House in Asia’, que buceaba en la historia de la captura de Bin Laden, eran montajes que aspiraban a ser tomados en serio

Y es que, Serrano, Palacios y compañía meten en la receta de su batido de plátano algo de testosterona (el capitalismo y el patriarcado dándose la mano) y hasta los frutos prohibidos del Génesis bíblico, con un hilarante rap cantado en chino por el performer Wang Ping-Hsiang, uno de los cinco rostros en escena. Todos los intérpretes están imbuidos del espíritu desenfadado del montaje, desde Diego Anido a Pablo Rosal. Todos parecen pasarlo en grande y se entiende que lo hagan.

Está claro que hay metáfora y segundas lecturas en este espectáculo, en el que no importa tanto que la ficción fagocite al documental o que la historia de la UFC y su fundador tengan lagunas del tamaño del Canal de Panamá. Sin duda, sirven para denunciar los abusos históricos de la gran industria, ese Leviatán formado por empresas que eran capaces de tumbar gobiernos y dar forma al mundo. Subrayada la idea, queda pasárselo bien. Una fiesta de los sentidos al ritmo de EDM y luces estroboscópicas, un grand finale con haka, lleva al público a un subidón como lo hacía el cierre de Mount Olympus de Jan Fabre.


Creación: Àlex Serrano, Pau Palacios y Ferran Dordal. Performance: Diego Anido, Pablo Rosal, Wang Ping-Hsiang, David Muñiz y Nico Roig. Música: Nico Roig. Videoprogramación: David Muñiz. Videocreación: Vicenç Viaplana. espacio escénico y maquetas: Àlex Serrano y Silvia Delagneau. Vestuario: Silvia Delagneau. Diseño de luces: Cube.bz. Espacio sonoro: Roger Costa Vendrell. Coreografía: Diego Anido. Teatros del Canal. Madrid.

Estrellas Volodia

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