TODOS
La primera pregunta que todo espectador debe plantearse es por qué va a ver una obra, qué espera de ella. Y debe ser sincero consigo mismo. Quizá mi error primero con Todos fuera no hacerme esta pregunta. Estuve tentado de abandonar la sala a los diez minutos de comenzar la función. Eso implicaría, claro, no escribir esta crítica. No le veo sentido alguno a destruir el esfuerzo de una productora pequeña, máxime cuando nada se gana con ello. Pero pensé entonces en las funciones de la crítica, y en que no se trataba ya de una dramaturgia vergonzosa, una producción lamentable o una propuesta semimusical cutre. Lo peor de “obras” como Todos, que desde hace algún tiempo pululan por las carteleras teatrales en las grandes ciudades, es que son el síntoma de una cierta decadencia generacional. Son el signo de tiempos vacíos. Continuar leyendo “Un pez llamado nada”