La sombra del poder

HAMLET

Instalado en su desdicha y su odio, Hamlet deambula por elevadas pasarelas de metal en un palacio contemporáneo que retrata el poder desde las sombras, como si viéramos El ala oeste de la Casa Blanca. El Hamlet de Will Keen, paisano y tocayo de Shakespeare, tiene hermosa, acertada y eficaz traducción y adaptación de María Fernández de Ache, que le guiña un ojo a la actualidad, con voces en off de informativos, y capta la atención pese a su duración y a los recelos iniciales.

¿Prejuicios? Todos, y justificados después del Tito Andrónico de Animalario, pero hay que reconocer que Alberto San Juan compone un príncipe que, en su espiral de locura simulada y venganza, está pletórico de energía, fuerza y humor negro.

San Juan ha corregido problemas de entonación y lleva con talento y tablas el peso de un personaje tan complejo y referencial, un reto del que sale victorioso

San Juan ha corregido problemas de entonación y lleva con talento y tablas el peso de un personaje tan complejo y referencial, un reto del que sale victorioso. Sólo le queda corregir su gestualidad corporal, a veces espasmódica, que llega a poner de los nervios, sobre todo al comienzo, cuando la cordura de Hamlet no lo requiere aún.

En este ejercicio de modernidad, en el que Keen y Fernández de Ache juegan con perspectivas y grupos actorales con imaginación –recreando desde una rueda de prensa hasta un cementerio móvil–, el resto del reparto se mantiene a un elevado nivel medio, aunque sería injusto no destacar la frescura de la Ofelia de Ana Villa y, sobre todo, el sorprendente y divertísimo Polonio de Javivi, un cómico que demuestra que, detrás de su tartamudeo, hay un actor con mayúsculas.


Autor: William Shakespeare. Versión: María Fernández Ache. Director: María Fernández Ache y Will Keen. Intérpretes: Alberto San Juan, Pedro Casablanc, Javivi Gil Valle, Yolanda Vázquez, Ana Villa, Pablo Messiez, Secun de la Rosa, Antonio Gil, Pau Roca. Escenografía: Paco Azorín.Vestuario: Ikerne Giménez. Naves del Español-Matadero. Madrid.

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Junio 2012).

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