Meridional y Berkoff, un matrimonio feliz

UNA COMEDIA AMERICANA (CONTRA LA ANSIEDAD)

Los Frank y Donna de Kvetch, título que la compañía Meridional transforma en Una comedia americana (contra la ansiedad), recuerdan a los televisivos Roper o a los Bundy de Matrimonio con hijos. Quizá, como dramaturgo británico que es, Steven Berkoff, también director, actor y “villano” de culto, pensara en los primeros. Pero Meridional se ha llevado su demolición de la clase media baja del “thatcherismo” al reverso casposo del “american way of life”. Y funciona: su infelicidad se alimenta de la misma cultura basura que en cualquier barriada de EE UU.La diferencia es que lo que a los Bundy les llevaba interminables temporadas de diálogos zafios mascados como chicles, Berkoff lo resume en una cena catártica, con amigo invitado y suegra ventoseante –se le va algo la mano al montaje con la escatología, pero lo hace con mucha gracia…–, que hará temblar los cimientos familiares y los diafragmas del respetable. Aquí las risas no son de lata, sino genuinas.

Meridional se lleva la demolición de la clase media baja del “thatcherismo” de Berkoff al reverso casposo del “american way of life”. Y funciona: su infelicidad se alimenta de la misma cultura basura

Kvetch –en argot judío-americano viene a definir cierta ansiedad, y es un verbo intraducible, algo así como no parar de angustiarse–, es un texto deslenguado e irreverente de 1986 en el que la miseria familiar y la insatisfacción sexual resultan hilarantes, y no patéticas, gracias al continuo uso de eso que en la escena española se llama el «aparte»: mientras los personajes cenan y se sonríen, compartimos sus pensamientos, todo hartazgo y deseos inconfesables. Y Julio Salvatierra, dramaturgo, y Álvaro Lavín, director, dominan este dialecto –lo hicieron con soltura en Todo es enredos, amor– que marca la función con una redonda hilaridad gracias al ritmazo y coordinación que ya habían demostrado en Cyrano.

La compañía, alejada de la sensibilidad que ha marcado su trayectoria –poco hay aquí de Miguel Hernández, que puede verse este mes también en este ciclo, o de Dionisio Guerra–, se suelta la melena en una producción de humorística estética ochentera, con pelucones, bigotes, camisas de vendedor y americanas chillonas, que a veces se deja llevar por el disparate bufo. Pero la química entre el quinteto puede con todo: Lavín y Elvira Cuadrupani están en estado de gracia como polos que se rechazan y se fulminan con cada mirada, y Chani Martín es un neurasténico divertidísimo. Los acompañan el prototípico hombre de negocios de un gran Mariano Llorente y la suegra de Resu Morales. Juntos nos recuerdan que, además de poetas, Lavín, Salvatierra y compañía son cómicos de primera.


Autor: Steven Berkoff. Dramaturgia: Julio Salvatierra. Dirección: Álvaro Lavín. Reparto: Álvaro Lavín, Elvira Cuadrupani, Chani Martín, Eugenio Villota, Mariano Llorente, Resu Morales. Sala Cuarta Pared. Madrid.

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Marzo 2012).

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