Hablar sentados es bailar

SOVRIMPRESSIONI

Solemos ver al tiempo como el gran asesino. Cronos devorando a sus hijos, nosotros. Hay a menudo en el arte reflexiones amargas. La otra cara de la moneda es el positivismo insufrible que celebra la vejez como una tierra de oportunidades en la que hay que dar saltos de alegría porque ha llegado lo mejor de tu vida. Por fortuna, existe un término medio. Daria Deflorian y Antonio Tagliarini se buscan y se ofrecen al público en Sovrimpressioni, un espectáculo que habla de todo y de nada mientras el público asiste a la deconstrucción de sus esperanzas y a su estupor ante la propia decadencia, mientras esbozan un homenaje a Ginger y Fred, de Fellini.

Daria Deflorian y Antonio Tagliarini no son Giulietta Masina ni Marcello Mastroiani. Tampoco lo pretenden. Y desde luego Sovrimpressioni tan solo aborda al filme de refilón, en alguna de sus conversaciones y en una escena final en la que, como Amelia y Pippo, Tagliarini deja dos o tres pinceladas de su formación como bailarín.

Daria y Antonio se están preparando para actuar. Podría ser en un programa de televisión. La ruptura metateatral convierte a esta experiencia, que arranca más de una sonrisa, en otra cosa

Pero sería incorrecto etiquetar esta propuesta como danza. Es realmente un encuentro y un desnudo: dos seres compartiendo reflexiones íntimas, curiosidades, conversaciones cotidianas y creíbles. Daria y Antonio van a actuar. Podría ser en un programa de televisión, como los viejos bailarines que protagonizan la película de Fellini. Podría ser un show… No importa. La ruptura metateatral convierte a esta experiencia, que arranca más de una sonrisa, en otra cosa, algo nuevo: mientras dos maquilladoras silenciosas y pacientes trabajan sobre nuestros protagonistas, separados por una larga mesa, ellos hablan, ríen, recuerdan y divagan.

Sovrimpressioni es una obra diletante y, a la vez, profunda, con más de una frase acertada sobre la edad y una fina lámina de un sarcasmo blanco. Parafraseando aquella empalagosa balada de Sergio Dalma, Deflorian y Tagliarini demuestran que también bailar sentados es bailar. E incluso hablar sentados.

Deflorian y Tagliarini, actores, bailarines, performers, llevan trabajando juntos desde 2008 y en España han podido verse varios de sus trabajos, el último en 2019, Il cielo non è un fondale. En este Sovrimpressioni vemos a dos viejos conocidos entre los que hay una cercanía y complicidad fruto de los años. Hablan con naturalidad de las cosas que les gusta hacer, las que ya no son capaces de hacer como antes, de recuerdos y anécdotas en las que se cuelan lo banal y lo patético para levantar al final un retrato de lo importante.

Tienen ambos una personalidad escénica cautivadora: es hermoso oírles hablar, decir, exagerar. Teatro desde una naturalidad casi documental sin serlo.

Sovrimpressioni forma parte de un grupo de piezas en torno a un mismo tema: a principios de 2022 el dúo estrenó la película documental Siamo qui per provare (Estamos aquí para probar), que se proyectó también en el CDN junto a esta pieza. Además, en 2021 habían estrenado el espectáculo Avremo ancora l’occasione di ballare insieme (Todavía tendremos la oportunidad de bailar juntos). En cualquier caso, Sovrimpressioni puede verse de forma aislada: mantiene su lógica y su capacidad para conectar con un público que sale conectado a la vida sin necesidad de recetas de autoayuda.


Texto: Daria Deflorian y Antonio Tagliarini. Dirección: Daria Deflorian y Antonio Tagliarini. Intérpretes: Cecilia Bertozzi, Chiara Boitani, Daria Deflorian y Antonio Tagliarini. Técnica: Elena Vastano. Iluminación: Giulia Pastore. Vestuario: Metella Raboni.  Teatro Valle-Inclán (Sala Francisco Nieva). Madrid

Fotos: Pablo Llorente

Estrellas Volodia

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