BODAS DE SANGRE
Me imagino a alguien, en algún momento de la preproducción de estas Bodas de sangre que dirige José Carlos Plaza, enarbolando palabras como “raíz”, “tierra” o “pasión”. Supongo que parece obligado en una coproducción del Centro Andaluz de Teatro y el Centro Dramático Nacional, con reparto eminentemente andaluz, temática más andaluza imposible y coreografías de Cristina Hoyos. Tendrá su público, aunque el resultado es a ratos plomizo como el cielo pintado de las escenografías de Paco Leal y el propio Plaza. Pétreo como las inexplicables columnas que flanquean el escenario o como los bailes y palmeos forzados, insertados en mitad de un esfuerzo colectivo de actuación saturada de expresionismo. Maticemos: expresionismo “sui generis”. Brazos retorcidos, manos que claman, espaldas encorvadas… Caminos trillados de un andalucismo excesivo.
Un esfuerzo loable, estético, una gran producción en la que Plaza ha apostado por un estilo de forma bienintencionada, aunque fallida.
Bodas de sangre va ya sobrado de tierra, sangre, raíces y tradición en su hermosísimo texto. Una joya sembrada de cardos y claveles, de caballos, navajas y coronas de azahar, de pasiones incontenibles como ríos y rayos de luna que presagian la muerte. Tiene todo eso y más: insistir puede llevar a la postal folclórica, y de eso peca en parte esta, por otro lado, más que digna producción. Toca ser justos con el “haber”: es un esfuerzo loable, estético, una gran producción en la que Plaza ha apostado por un estilo de forma bienintencionada, aunque fallida. Lo de redondear el asunto con coros griegos de leñadores parecía no encajar de ninguna manera.
Cabe aplaudir un puñado de interpretaciones en las que se adivina a actores de primera: la madre del novio, equivalente a la Bernarda en su fuerza, a la que Consuelo Trujillo da vida con energía y buen hacer; el siempre sólido Carlos Álvarez-Nóvoa como un entrañable padre del novio; la frescura de Noemí Martínez como la novia, el acierto de Luis Rallo como el novio, que imprime al personaje esa fragilidad que le lleva a ser desdeñado en su día de bodas. Y, en general, las mujeres de esta tragedia inspirada en un hecho real acaecido en una cortijada almeriense a principios del siglo pasado: un crimen pasional que tiñó de sangre un día de fiesta.
Autor: Federico García Lorca. Dirección: José Carlos Plaza. Intérpretes: Consuelo Trujillo, Noemí Martínez, Luis Rallo, Israel Frías, Olga Rodríguez, Carlos Álvarez-Nóvoa, Maica Barroso, Carmen León… Escenografía: José Carlos Plaza, Paco Leal. Iluminación: Paco Leal. Coreografía: Cristina Hoyos. Teatro María Guerrero. Madrid.
Esta crítica fue publicada originalmente en el periódico La Razón (Recogida en el blog Notas desde la Fila siete, Noviembre 2009)