El negro futuro de Joglars

2036. OMENA-G

El futuro cercano que imagina Albert Boadella es desolador: una España desestructurada –la Federación Iberik–, hipnotizada por la televisión de encefalograma plano y el mal gusto y monopolizada por una entidad bancaria, “La Cacha”. En el año 2036, el español ha muerto: en su lugar se habla una neolengua reducida a abreviaturas de sms y jerigonza juvenil.

A Boadella, a su irónica manera, le aterra el panorama. Y eso que el autor y director no habrá vivido para verlo. Al menos, no en la ficción del nuevo espectáculo de Joglars, 2036 Omena-G, que tiene a los propios actores del grupo como protagonistas. Carne del Inserso, los catalanes arrastran sus miserias físicas y morales por un geriátrico en el que realizarán un último espectáculo como autohomenaje por su 75 aniversario.

Carne del Inserso, los catalanes arrastran sus miserias físicas y morales por un geriátrico en el que realizarán un último espectáculo como autohomenaje por su 75 aniversario

Tiene gracia ver a Ramón Fontseré, Jesús Agelet, Pilar Sáenz, Minnie Marx, Jordi Costa y Lluís Olivé reírse de sí mismos retratados como viejos achacosos que se pelean por la mejor silla frente al televisor para ver una corrida de toros desde Japón (en la Federación Iberik están prohibidas). El sello de Joglars no defrauda, una vez más, en el trabajo de estos estupendos cómicos.

Otra cosa son los personajes de Dolors Tuneu y Xavi Sais, los enfermeros de esta “Brave New Spain” que gesticulan sin parar y hablan de forma desenfrenada e incomprensible. Está claro dónde quiere llegar Boadella, aunque el guiño no logre transmitir nada. Así, los primeros tres cuartos de hora del montaje, plagados de repeticiones sobre la salud de los viejos actores y de mareantes explosiones verborreicas, son un pinchazo tedioso que dista de la brillantez de la Trilogía o, sin ir más lejos, de la causticidad de El retablo de las maravillas. Da la sensación de que, por momentos, el texto ha sido sustituido por tópicos, ruido y confusión.

Lo mejor de este “Omena-G” llega con un sencillo y divertido número en el que los ancianos se pelean por goteros y orfidales y con una reunión de progres con arrugas, donde el autor no deja títere con cabeza

Boadella salva la faena en su tramo final: lo mejor de este Omena-G llega con un sencillo y divertido número en el que los ancianos se pelean por goteros y orfidales y con una reunión de progres con arrugas, donde el autor no deja títere con cabeza, desde Pablo Perolo y Leon Pajín, convertidos en pareja gay, al matrimonio de Maruja Torrejón y Juan Margallón. Todos con su causa palestina, sus libros de Saramago y su no a la guerra por bandera. Gabilondo, Cebrián, Suso de Toro, Pilar Bardem y otros totems de la izquierda desfilan por el punto de mira del grupo, que lanza sus dardos contra el poder, Zapatero y el inquietante futuro de las pensiones incluidos.

Boadella se reserva un hermoso final que nos dice que aquel joven gamberro de Teledeum tiene aún mucha ceremonia teatral en las venas. Pero Joglars deberán vigilar, si no quieren que su futuro artístico sea tan negro como el que vaticinan.


Autor y director: Albert Boadella. Escenografía: Albert Boadella. Reparto: Jesús Agelet, Xavier Boada, Jordi Costa, Ramón Fontserè, Minnie Marx, Lluís Olivé, Pilar Sáenz, Xavi Sais, Dolors Tuneu. Teatros del Canal. Madrid, 27-2-2009.

Crítica publicada originalmente en La Razón, recogida en Notas desde la fila siete (Marzo 2010).

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