YERMA
Antes de arrancar la función de Yerma, una actriz reparte entre el público un texto con un recordatorio sobre el estreno, en diciembre de 1934, del drama de García Lorca y sus implicaciones y lecturas sociopolíticas en aquella España. Me cuentan que en el estreno en el Teatro Quique San Francisco, unos días antes de la función a la que asistí, fue el propio director de esta nueva Yerma, Ernesto Caballero, quien leyó este texto a modo de prólogo. Resumo: dos meses antes de aquel otro estreno, el que tuvo a Margarita Xirgu por protagonista, España había vivido el golpe de Estado de octubre del 34 en el que la izquierda se levantó contra la República y a la que siguió una feroz represión. Lorca, íntimo de Xirgu y del director Cipriano Rivas Cherif, quien a su vez era cuñado de Azaña, habría querido con Yerma, más allá del mensaje obvio de la maternidad, la desesperación y la obsesión, trazar un paralelismo con la situación del país, en el que la España conservadora, incapaz de ofrecer nada, estaría simbolizada en Juan, el marido, y la España que ansía libertad, la republicana y revolucionaria, en la protagonista.
¿Se sostiene hoy una lectura similar, no ya sobre las intenciones de Lorca, sino sobre la lectura en la España actual de la obra? Sin duda, no, por más que sigamos siendo un país dividido en dos Españas, las izquierdas y las derechas. No voy a realizar un análisis sociopolítico aquí de por qué creo que esa interpretación no ha lugar, sería muy largo. Dejémoslo en que España ha cambiado mucho, pese a esa división obstinada. Propongo otra lectura que me parece más interesante y que tiene que ver con el vientre “vacío” de Yerma: la España, precisamente, vaciada, según el término acuñado felizmente -o al menos con éxito- por Sergio del Molino y otros autores.
La España vaciada aparece ante nuestros ojos desde el momento en que Juan, Yerma y compañía viven en algún rincón del país hoy, no tan vaciado, pero que sirve para la analogía. Lo sabemos por la estética elegida, que retrata una sociedad de madres jóvenes en mallas, labriegos con gorras hacia atrás y fiestas que se alejan del folclore para meterse de lleno en la rave y el fetiche. Quizá algo excesiva en su obviedad en algunos momentos, la propuesta de Ernesto Caballero funciona mejor en su sólido trabajo de grupo, en algunas ideas teatrales -la escena de las tres jóvenes diciendo el texto mientras lavan su pelo en palanganas- y en la distancia que el director sabe imprimir en términos escénicos entre Juan y Yerma, casi polos opuestos de un imán. En la escena de la fiesta, con las tentaciones encarnadas en disfraces de diablesa, la propuesta pisa en cambio, peligrosamente, el terreno de la parodia.
La propuesta de Ernesto Caballero funciona mejor en su sólido trabajo de grupo, en algunas ideas teatrales y en la distancia que el director sabe imprimir en términos escénicos entre Juan y Yerma
Si en los momentos de calma iniciales y an algunas conversaciones con su marido, la Yerma de Karina Garantivá no parece encontrar el tono, la actriz se crece en la intensidad de los momentos más dramáticos, en el desgarro y la desesperación finales. El Juan de Rafael Delgado es un hombre gris, como pide el personaje, al que el actor da vida con acierto, aunque tampoco Lorca deja mucho espacio a la creación de un gran personaje. Hay buenos trabajos de Ksenia Guinea, Ana Sañiz, Raquel Vicente y Felipe Ansola, que acompañan en el resto de mujeres de la obra y en el macho lorquiano.
En conjunto, el montaje de Teatro Urgente, compañía capitaneada por Caballero y Garantivá con vocación de reflexión sobre la circunstancia de la España actual, ofrece una mirada interesante desde la perspectiva de nuestro tiempo a un texto muy conocido más allá de su interés histórico, entendiendo que el via crucis de la protagonista sigue vivo en el siglo XXI. La pregunta, claro, es si esto es cierto: ¿hay Yermas hoy aún en España, mujeres para las que la incapacidad de concebir, ya sea por ellas o por su pareja, supone un problema vital hasta el extremo de la tragedia? Hoy la fecundación asistida, los vientres de alquiler y otras soluciones son una realidad para miles de mujeres, por no hablar de la facilidad para divorciarse. Este debate es largo y farragoso, permítanme saltar del tren en marcha. Pero, más allá de la belleza de la escritura de Lorca, que sabe mecer a los oídos con un hallazgo tras otro, en esa pregunta reside en gran medida la vigencia o la caducidad de este texto, y acaso de muchos otros que abordan cuestiones sociales hijas de su tiempo y su contexto.
Autor: Federico García Lorca. Dirección: Ernesto Caballero. Intérpretes: Karina Garantivá, Rafael Delgado, Felipe Ansola, Raquel Vicente, Ksenia Guinea y Ana Sañiz. Asesoría técnica y de iluminacion: Paco Ariza. Teatro Quique San Francisco. Madrid.
Te has comido el papelón que hace Raquel Vicente
Cierto, no sé por qué no la he mencionado, sencillamente una omisión absurda. No sé si hablaría de “papelón”, pero sin duda, junto a Ksenia Guinea y Ana Sañiz, hace un trabajo sólido. Procedo a mencionarla en el texto. Saludos.