MONTA AL TORO BLANCO
El rapto de Europa. No hacen falta muchas nociones de mitología griega para intuir a priori que el título del nuevo texto de Íñigo Guardamino, Monta al toro blanco, que él mismo ha estrenado como director en el Pavón Kamikaze, hace referencia al episodio de la ninfa Europa secuestrada por un Zeus lujurioso y metamórfico. Tampoco hacía falta ser muy avispado para sospechar que el autor de Este es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte podía descolgarse con un montaje de tesis de izquierda anti europeísta de manual. Pero toda previsión se queda corta visto el cúmulo de excesos de demagogia que viajan de la maldad de los empresarios del continente a la empatía hacia los terroristas islámicos a quienes, pobres, Europa les ha dado “todo… menos una motivación”. Ay…
Quiero creer que el montaje busca la provocación. O eso o Guardamino defiende de corazón los razonamientos más furiosamente antieuropeístas que le situarían, quizá sin ser consciente de ello, en la misma posición, pero al otro extremo, de las extremas derechas de las que tanto habla en esta distopía político-futurista a corto plazo. No lo digo yo: los partidos de extrema izquierda y extrema derecha se dan ya la mano en Italia y se la han dado en el pasado en otros lugares para acabar con la idea moderada de un continente que avanza junto.
“Quiero creer que el montaje busca la provocación. O eso o Guardamino defiende de corazón los razonamientos más furiosamente antieuropeístas”
De deglutir esta pretendida comedia con poca vis cómica -para ser justos, el día que fui al Pavón el público aplaudió a rabiar al final, pero no recuerdo que el montaje le arrancara muchas risas- se extrae la conclusión obvia de que Europa es un continente perverso, una máquina de radicalizar a almas inocentes que encuentran el Islam como vehículo para su odio generado de forma externa. Así, el verdadero peligro acecharía en los rincones de Austria o cualquier otro país donde ciudadanos normales esconden a peligrosos asesinos capaces de matar a sangre fría.
Según esta visión, en un atentado mortal como los que han sacudido varias ciudades en los últimos años, habría que vigilar más a los turistas españoles, una burguesía canalla que esconde monstruos dentro, que a los radicales islámicos. En mitad de la plaza Sintagma de Atenas -lo simbólico es clave-, el españolito se convertirá en terrorista y falso héroe de la Europa idiotizada.
“Guardamino quiere sacarle las vergüenzas a Europa sobre su egoísmo en el drama de los miles de refugiados que llegan desde Siria pero lo hace con mecanismos tramposos”
Monta al toro blanco podría ser una crítica constructiva a los fallos de un continente y un sistema que ni de lejos son perfectos, empezando por el drama de los refugiados, pero para ello habría sido necesaria una mirada menos derrumbada hacia un lado. Guardamino quiere sacarle las vergüenzas a Europa sobre su egoísmo en este drama concreto -los miles de refugiados que llegan desde Siria- pero lo hace con mecanismos que resultan del todo tramposos, sofistas, como invertir la carga moral de un tema como la ablación -no voy a recordar qué colectivos lo practican hoy en día- para convertirlo en una especie de tendencia de moda entre una tribu de ninis aburridos occidentales.
Como obra ideológica que es, Monta al toro blanco lo apuesta casi todo a su intención -su mensaje- y cede en su factura. No se acerca así al humor corrosivo y por momentos brillante de Castigo ejemplar yeah!, donde Guardamino era crítico con la burguesía conservadora. Este miura blanco tiene el mismo humor oscuro, pero hilvanado de forma más burda y sin un texto memorable. La puesta en escena es justita y si se salva en parte es porque hay alguna interpretación con muchas horas de vuelo, sobre todo las de Gemma Solé y Rodrigo Sáenz de Heredia, y un trabajo notable de Sara Moraleda.
Por lo demás, Guardamino podría haber titulado la obra Este es un continente libre y si no te gusta vete a Oriente Medio. Claro que allí no le dejarían hacer esta obra. O mejor dicho, allí, en más de un país, no le dejarían hacer ninguna obra.
Autor: Íñigo Guardamino. Dirección: Íñigo Guardamino. Intérpretes: Rodrigo Sáenz de Heredia, Gemma Solé, Fernando Sainz de la Maza, Sara Moraleda. Escenografía: Alessio Meloni (AAPEE). Iluminación: Pedro Guerrero. Vestuario: Pier Paolo Álvaro (AAPEE). Música: David Ordina. Vídeoescena: Álvaro Luna. El Pavón Teatro Kamikaze. Madrid.
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